LA PAMPA LLENA DE RINOCERONTES
Comenzar esta historia es remontarnos a la década del `60 y también al concepto de lo que es un tractor. En los ´60, la Argentina tenía instaladas a fábricas de la calidad y el prestigio de Fiat, John Deere, Fahr, Deutz y luego se le añadiría Masey Ferguson, marcas de un prestigio y de calidad a nivel mundial indudables.
La clave de un tractor es cuánta potencia real puede transmitir al suelo, esto es, no importa el caballaje, la potencia teórica, sino de esa potencia, cuánto se transmite para la tarea que se va a realizar: arado, siembra, traslado de implementos, roturar, etcétera, porque la lista es mucho más larga. Esos fabricantes, que tenían plantas instaladas en el país, hacia fines de los ´70, cada una aportaba nuevas soluciones, en el tema de transmitir mejor potencia. En el caso Masey Ferguson, con el sistema hidráulico de transmisión de peso, fuera delantero o trasero, para adherirse mejor al terreno. En el de Fiat, con la aplicación de la tracción en las cuatro ruedas, “un tractor 4 x 4”.
¿Qué sentido tenía una fábrica argentina de tractores? Si bien y por supuesto el primer tractor argentino fue fabricado por el Estado Nacional, en la provincia de Córdoba, los gloriosos Pampa, ¿era nacionalismo, una aventura, un simple negocio? No, una idea sencilla pero revolucionaria, hacer un tractor con eje articulado. Esto es, la parte delantera está “separada” de la trasera y se unen por mandos hidráulicos, logrando un mayor grado de independencia, adaptabilidad, ángulos de giro y transmisión de potencia muy superiores. Se gestaba una auténtica revolución en la Argentina, Zanello iba a crecer de manera exponencial, si uno ve una toma aérea de la plata, allí en Las Varillas, provincia de Córdoba, observará edificios construidos en diferentes momentos y con diseños por completo distintos.
El productor respondería aceptando y comprando el producto, las motorizaciones iban desde Scania hasta Mercedes Benz y entonces, las pampas comenzaron a llenarse de rinocerontes, esto es de Zanellos, que a su vez mejoraban también el hábitat del operador, con cabinas de vidrios polarizados, radio, aire acondicionado, etcétera.
La década del ´80 sería la gloria de Zanello y por sólo dar un ejemplo, no integraría la AFAT –Asociación Fabricantes Argentinos de Tractores- y su producción superaría a la de todos sus rivales, no sólos, sino algunos de ellos sumados con otros.
El momento de mayor satisfacción, fue cuando logró la licencia VM, del Grupo Isota Fraschini, de Italia, para la producción de motores diesel, siendo en ese momento el motor diesel liviano más premiado del mundo.
Zanello llegaría a fabricar colectivos, ómnibus especiales para aeropuertos y hasta diseñó coches para subtes y trenes, del tipo CML metropolitano.
Pero llegarían los ´90, la apertura indiscriminada de la economía, el atar la paridad al dólar “in eternum”, más errores propios de gestión, ponían a la fábrica en preaviso de grandes crisis. Cabría una última oportunidad, el asociarse con un gigante como Cummins, fabricante de motores diesel de la mejor calidad del mundo, sumado a un restailing de los productos. Pero la crisis del campo, de la cal cual poco se ha hablado, que liquidó a centenares de pequeños y medianos establecimientos –algunos hablan de más de 100.000-, marcarían el comienzo del fin. De allí a la convocatoria de acreedores y de allí, a la quiebra.
LA GESTA
Las Varillas vivía con Zanello, al pueblo, a la ciudad y a varias circundantes, se le iba la vida en ello, la quiebra se aceleraba, parecía que el desguace era el punto final. Es de hacer notar que el parque interno de maquinarias de Zanello era de altísima calidad y muy moderno. Entonces, gestiones cargadas de desesperación y nerviosismo, yendo y viniendo a la sede judicial mil y una veces. Harto el juez, les dice al grupo que pelea por la reapertura, “tráiganme una sociedad anónima y se las doy”. En un estudio jurídico de esos que se dedican a sociedades, consiguen una, se llamaría Pauny, el juez por bueno, por decente o por cansancio, al grupo solicitante le da la fábrica.
¿Quiénes conforman este grupo? Hé allí la clave. El 33% los trabajadores, conformados en cooperativa; 33% ex concesionarios y distribuidores; 33% un grupo de ex directivos; el 1% restante, la Municipalidad de Las Varillas, quien a través de los Planes Trabajar, les da el dinero a los obreros para que vuelvan a la fábrica.
Comienza un milagro de trabajo, de esfuerzo, de lucha. El juez les pide que fabriquen no menos de 50 tractores por año. Al año ya la triplican, el crecimiento es constante, los productores son fieles a la marca del rinoceronte. Se suceden los cambios, los nuevos modelos, crece la producción mes tras mes y por contar sólo dos anécdotas, a un grupo chileno con una gigantesca producción forestal en la provincia de Misiones, le entregan en tres meses no un proyecto, sino un grupo de tractores terminados para la industria forestal y capaces de rodar fuera de terreno, en medio del monte. Esta es una anécdota, la otra es el diseño de un minibús, con el que logran que la fábrica sea declarada como terminal fabricante de automotores.
Dos logros más entre tantos: uno es la fabricación de un tractor de gran potencia y lo hacen funcionar tanto en Expochacra como en Feriagro con tres combustibles: gasoil, biodiesel y GLP –gas licuado de petróleo-, en un nuevo desafío y cortando con la vieja historia, Pauny – Zanello cambia los colores corporativos -el verde por el amarillo-, hace un restailing de todos sus productos y rediseña su logo e isotipo. Retomaban lo mejor del pasado, cortaban con lo oscuro de él, se lanzaban a un futuro que pareciera no tener límites, salvo el del esfuerzo y el del coraje. Mientras cerrábamos esta nota, Pauny – Zanello informó que abriría una nueva fábrica en Santiago del Estero, el futuro es hoy, mañana nos seguirán sorprendiendo, allí en Las Varillas, la cuna del tractor argentino.
