COOPERATIVA DE TRABAJO PUPORÉ II
¿Qué tal? ¿Cómo le va? ¿Cómo está usted? ¿Bien? Bueno, me alegro mucho. La historia que le cuento hoy en este Otro relato, es una historia absolutamente real y conmovedora. Se trata de un grupo de trabajadores que a partir de su propia capacidad se nuclean en una cooperativa y producen fundamentalmente zapatos ¿Pero fundamentalmente qué tipo de zapatos? Lo que se llama zapato de obra, zapato de trabajo. Botines, botas. Botines de caña corta, botines de caña larga. Con puntera de acero, con puntera de plástico. Todo una familia.
El nombre de la cooperativa es Puporé. Esto sería como lo elemental. Además de esto fabrican también todo tipo de implementos añadidos como material y ropa de trabajo. Para distintos oficios. Bien, y usted me dirá “¿Y cuál es la noticia?” La noticia es que esta gente en realidad venía de una cooperativa mucho más grande. Mucho más importante. Que ya tenía su propio mercado, sus propios clientes. Que tenía toda una postura tomada, bien, que era respetada. Y un buen día llega del Estado un subsidio muy grande para la cooperativa. En reunión de comisión directiva, de consejo se puede decir en el caso de una cooperativa, el consejo decide que ese subsidio se va a repartir entre los miembros del consejo. Y alguien dice “no, perdón; no se puede repartir entre los miembros del consejo.” Pero ellos dicen “nosotros somos los que siempre hacemos todo, somos los que tenemos más responsabilidad; esta plata es para nosotros.” Contestación de un pequeño grupo: “no, no es así”. Sobre todo de uno de ellos. Un líder. Un líder auténtico. “No, no es así; la asamblea tiene que decidir cómo se reparte esta plata; cuánto en inversión, y si es que hay un remanente se puede repartir entre todos los integrantes de la cooperativa; si cuando mucho se quiere premiar algo la asamblea puede decidirlo.”
Bueno, eso de tirar una bomba en medio de un pajonal seco y provocar un incendio en segundos fue lo mismo. La ruptura fue casi inmediata y con lo poco que tenían, con muy pocas máquinas, se mudaron a una casa particular de un barrio obrero en Isidro Casanova y empezaron a volver a producir. Virtualmente trabajando codo con codo, sin lugar para nada, rehaciendo totalmente su cartera de clientes, porque a Puporé nadie la conocía. Buscando casa por casa buscar un lugar donde volver a vender. Volver a tener un pequeño lugar en el mercado y en condiciones infrahumanas ¿Cómo sigue la historia? Eso se lo cuento otro día. Puporé. Cuando la pasión por la ética y por el trabajo puede sobreponerse a cualquier cosa.
|