LA MAQUINA CINVA – RAM
La década del ´60 se caracterizó por una serie de iniciativas, que auguraban como un nuevo tiempo; la presencia del presidente Kennedy en los Estados Unidos, el premier Krushev en la URSS, el papa Juan XXIII, el Concilio Vaticano II, la caída de la mayoría de los estados coloniales de Asia y Africa. Todo hacía suponer un nuevo tiempo, pródigo en iniciativas para el bien de muchos. Son de aquellas épocas la Alianza para el Progreso y los Cuerpos de Paz, criticados y criticables, sin embargo es imposible no rescatar este espíritu de muchos voluntarios, técnicos y mandos medios, que creían sinceramente en la posibilidad de un mundo y un continente mejor y más justo.
Así, en el marco de la Organización de Estados Americanos (OEA), integrantes del Centro de Investigación de la Vivienda Americana (CINVA), trataría de responder a una de las necesidades más acuciantes aún hoy, de nuestro continente, la de vivienda, tomando la experiencia vastísima y centenaria en nuestro continente, del adobe (ladrillos de barro cocidos al sol). También las experiencias en lo que se llama suelo cal y suelo cemento, esto es sin llegar a construir con todo cemento o cal, hacer proporciones de mezcla con el propio suelo del lugar, esto es tierra. De esto había buena y vasta bibliografía.
Se suma un tercer elemento, habían aparecido los bloques de hormigón. Sus contras eran: excesiva rigidez, mala tolerancia a las temperaturas extremas frío – calor, necesidad de buena arena para su construcción y por último y fundamental, su precio.
Con todo esto el equipo, lejos de desanimarse, se planteó: “¿Qué pasa si mezclamos suelo – tierra, agua y cemento y lo dejamos secar al sol?” La idea era tomar lo mejor del ladrillo, del bloque y el legendario adobe y eliminar otro problema, para hacer el ladrillo normalmente, hay que cocer la tierra, si son industriales con gas o combustibles líquidos. Si son del uso más común, quemados a leña. Este proceso para comunidades pobres, alejadas o que no poseen leña, lo hacen virtualmente inviable.
Allí los desafíos, el planteo de la respuesta fue la máquina Cinva – Ram (por Ramirez, ingeniero colombiano jefe del proyecto). La máquina debía ser sencilla, fácil de armar y desarmar, con componentes ultra simples y que con sólo el esfuerzo de las personas, pudiera lograr un ladrillo de suelo – cemento, que convinara una excelente terminación como la del bloque, una muy buena capacidad térmica como el ladrillo y un costo muy bajo, como el adobe.
La máquina funciona como un pistón que presiona a la mezcla (suelo más cemento), que para terminar su proceso, debe ser secado al sol. Así se expandieron estas máquinas, por toda América latina, por su robustez, sencillez y practicidad. En la Argentina hay muchos ejemplos de su utilización, por ejemplo en Comodoro Rivadavia.
Alguien simplificaría aún más este proceso y haría ladrillos con suelo y pintura asfáltica, pero esa es otra historia. Después de la crisis del 2001, las CINVA han vuelto a aparecer con fuerza en muchos puntos de la República Argentina y la verdad, ojalá que sean muchos más.